El regalo de la escucha #PensarPorEscrito

A mediados del año pasado retomé actividades en una de mis profesiones en la que puede ser que esté más preparada académicamente que en el resto: la de psicoterapeuta. Y pienso con entusiasmo en que una de las cosas que más pongo en juego, y que resulta todo un acto de equilibrismo y a veces más que un movimiento fino de bisturí, es mi escucha, que implica atender con sumo cuidado la “Música que hacen los diálogos, las rutas que va trazando cada suceso que te cuentan en terapia, la forma en la que se agrupan, se organizan y se mueven las personas, lo que dice el silencio más profundo y lo que oculta el discurso en apariencia elocuente. Mi escucha que me ayuda a descifrar y a descubrir como danza el mar de personas que acuden a consulta con todo lo que ese vaivén implica. Saber que entro a sesión con solo esta “MiradaEscucha” atenta, no imperativamente interrogante, sino serena, presente, que me permite poder invitarles a pasar más al fondo, más profundo, mas dentro de esa marea de las emociones y los pensamientos, y tener la fortuna de que acepten; o acompañarles al encuentro de algún movimiento que desenrede algún nudo doloroso o difícil para que puedan vivir más ligeros.

Qué gran compromiso y privilegio el escucharles y acompañarles en sus historias, todo un honor. Es una responsabilidad muy seria el tener la oportunidad de brindarles algo que puede ser que haga una pequeña diferencia, ser a veces eso que pasaba por ahí en el momento justo y de pronto ayuda a ese bendito punto de quiebre en el que los caminantes cambian de paisaje por uno más amigable (paisaje externo o interior).

Por eso y por mil razones más, creo, en definitiva, que qué hermoso es el regalo de La Escucha. Recuerdo, por ejemplo, lo emocionante que fue escuchar aquella vez el flujo de lasangre en mis venas en aquél estudio médico que me hicieron para detectar insuficiencia venosa, y que río tan potente el que sostiene el flujo de la vida en nuestro paso por el mundo. Pienso que es fascinante también, poder escuchar una canción y saber de cuáles acordes está conformada, y de que notas a su vez se componen esos acordes. O en qué increíble, y a veces qué divertido, en mi caso, es poder acceder a un panorama  muchas veces detallado sin mirar ni tener ningún elemento visual, con solo escuchar sin que nadie se percate de que la escena transcurre claramente pero desde elementos audibles, y que alguien haga y deshaga delante tuyo, confiado en que si no miras no te enterarás de cuanto ocurre, cuando en realidad te enteras por lo que escuchas y la escena se te va dibujando con esos otros trazos, los sonoros, sin que a nadie o casi nadie le  preocupe o tenga el mínimo de pudor o precaución.

Qué fundamental es el regalo de la escucha, que te muestra mapas, laberintos y paraísos a través de las infinitas combinaciones de los silencios y sonidos de la música de la vida; y qué útil es, por cierto, para quienes nos desempeñamos en el ámbito de la psicología.

Valeria Guzmán Díaz