Black is beltza II: Ainoha #FerminMuguruza #FICG

No estoy segura de que esta entrada se trate de las impresiones sobre la peli, de la sesión de preguntas, o de “quiensabequémás#.

Les voy contando y ya nos mostrará el discurrir de estas líneas de que va la cosa.

 

Sucede que ayer fui toda la tarde al cine como me gusta cuando es tiempo del FICG. Pero honestamente, el horario de la primera función que veríamos, porque ya me esperaban en la plaza, se me empalmaba con el final de un compromiso de trabajo, por lo cual, tendría que salir a toda prisa, tomar transporte privado y saltar al cine lo más rápido posible para no perderme demasiados detalles del inicio de la función, que, dicho sea de paso, no sabía de cual se trataba. Solo dije a mis hermanos que me compraran también un boleto de la que vieran primero y que llegaría volando.

Y llegué, y mi hermano me dijo, está genial la peli, yo creo que te va a gustar, y sí me gustó, pero también me sorprendió. Cuando me siento, descubro que está en un montón de idiomas por trozos, árabe, inglés, francés, vasco; y una minúscula parte en español. ¡Dilema!

La cosa se resolvió más o menos con que me leyeran los subtítulos, que pasaban a gran velocidad, tanta como la velocidad con la que a veces hablan las personas en España.

 

La peli tenía como coguionista y director, nada más y nada menos que a Fermin Muguruza Ugarte, interesante y polémico personaje de la músicacontestataria, parte fundamental de dos bandas en particular, Kortatu (1984 – 1988) y Negu Gorriak (1990 – 1996). Quien nació en abril del 63 y tiene una larga trayectoria en la música, además de haber sido columnista en un par de periódicos y dirigir de forma autogestiva sus propios cellos discográficos e incursionar en el cine actuando y o dirigiendo.

Según me contaron, antes de proyectar la película hizo una introducción muy emotiva en la que, entre otras cosas, dedicó el largometraje a su hermano Iñigo.

 

En los noventas gracias a un programa de rock en español que se transmitía en la radio de la Universidad de Guadalajara, le escuché por primera vez con Negu Gorriak, cantaba en euskera y era todo rebeldía y valor, irreverencia y creatividad, agudeza y lucidez; y aún lo es, lo pude constatar en la sesión de preguntas posterior a la proyección, y en la locura multicolor y multipensar de su trama llena de intertextualidad y discursos sonoros y musicales que bien podríanentenderse como un documento histórico que  transcurría en paralelo a través de la música: una delicia.

 

“Black is beltza II: Ainhoa”, 2022, 86 minutos. 

Ainhoa nace de milagro en la paz (Bolivia) tras la muerte, en atentado parapolicial, de su madre, Amanda. Crece en Cuba y, en 1988, a los 21años, viaja al País Vasco para conocer la tierra de su padre, Manex. En Pleno conflicto represivo, conoce aJosune, una periodista comprometida, y su cuadrilla de amigas y amigos. Cuando uno de estos muere por sobredosis de heroína, Ainhoa y Josune parten en un viaje iniciático que las llevará por el Líbano, Afganistán y la ciudad Marsella. Son los últimos años de la guerra fría y ambas se adentrarán en el oscuro mundo de las redes del narcotráfico y los estrechos vínculos con las tramas políticas.

 

Entre el argumento de la película y la sesión de preguntas, mi cabeza giró a mil por hora entre mil reflexiones.

Entre las cosas a destacarse durante la charla, se habló de la importancia de seguir fomentando el pensamiento crítico en las personas y principalmente en las juventudes, de mantener la memoria histórica, de contar lo que ocurre desde el lado no oficial.

Algo que me quedó resonando con un zumbido incómodo, fue cuando habló de que en los ochentautilizaron la heroína y las drogas para desarticular movimientos y jóvenes… idea que, frente al panorama actual, da para hilvanar unos cuantos retazos de desasosiego.

Me gusta pensar en el arte también como forma de expresión, de denuncia, de cuestionamiento y de botella al mar llena de gritos, estridente y notable; necesaria.

 

Valeria Guzmán Díaz.